19 de abril de 2007

Antro

- ¿Qué hiciste el jueves por la noche? Al final no me llamaste…
- Sí, lo siento. Fui a patinar y después tenía una cita con…
- ¿Axel?
- Sí.
- ¿Sí? Va en serio ¿eh? ¿Y dónde fueron?
- Por ahí…
- Cuenta, cuenta… cuantos más detalles escabrosos mejor… ¿Qué tal?
- Fuimos a un sitio… Te sugiero que no vayas nunca… Era un lugar muy pequeño, muy oscuro y para más INRI pintado de negro, con lo que ya quedaba limitado a un público no claustrofóbico.
- ¡Vaya! ¿Te llevó allí o fue por azar?
- Sí, fue por azar… Déjame que te cuente, que vaya sitio maja… La música era… bueno, aquello no era música… Te juro que lo único que se oía eran gritos de gente asesinando guitarras, bajos y flautas... quizá gatos… Y el perfume era un insólito amasijo de alcohol de 96º, ratas muertas, desinfectante de retrete y humanidad polarizada, así que deberían señalizar, al menos, qué protecciones individuales han de utilizarse obligatoriamente antes de entrar allí, como la mascarilla para los que tienen un olfato extra sensible. El baño era lo mejor, si tenías la osadía de meterte en él… Casi me da algo cuando veo una rata muerta mientras hacía malabarismos con el bolso, la copa, el abrigo y mi trasero. Acabé meando en la calle.
- ¡Qué me estás contando! ¿En serio? ¿Una rata muerta? Pero ¿qué oías, los gritos de la gente o la música que ponían allí?
- Mira nena, me dio por preguntarle al encargado sobre la música y me contó que era un tío que acababa de salir de un psiquiátrico, felizmente ingresado por esquizofrenia, y que le había dado por el rock alternativo… y tan alternativo, porque no veas cómo le daba a la flauta… Ciertos tonos a ciertos decibelios deberían estar prohibidos por ley. Bueno, y la rata… la rata se llamaba Flippy, y era la compañera de piso del encargado…
- ¡Es tremendo! ¡Qué dices!
- Los vasos, expuestos al alcance de cualquiera, habían perdido su transparencia original y tornado a un color castaño por el uso, la cal, el tratamiento de aguas residuales o la falta de inspección sanitaria, escoge una opción. Mejor llévate tu propio vaso y que te pongan la copa, si es que, por incauta, acabas allí. Eso sí, observa mientras te la ponen, investiga y analiza los resultados del servicio acaecido y, si te atreves, bébetela. Sería curioso observar los desenlaces estomacales del día siguiente…
- ¿Y el ambiente, la fauna?
- Afortunadamente, las cucarachas mami eran invisibles, y no era la fauna más preocupante, a decir verdad, pero se podían ver los huevos cuando cometías el error de sentarte cerca de la barra. Sin embargo, los adictos al local eran fácilmente reconocibles. El que no se metía el dedo en la nariz para sacarse un moco y pegarlo bien debajo de la barra, bien donde tocaba por azar, se lo metía en la oreja que pillara más cerca –la suya, la del colega, la tuya, la de todos- y entonces lo veías saboreando la cera con fruición… También encontrabas a alguno oliéndose su propio sobaco peludo y fanfarroneando con otro sobre la longitud y el brillo de su bello corporal... Bueno, no quiero ni pensar qué clase de potaje de extraños tropezones se estaba comiendo uno que vi por allí…
- ¡Increíble! Yo sólo veo tres opciones: han sobornado al inspector de sanidad, es pariente del dueño o es el futuro de los bares de copas… ¿Y cuánto tiempo duraste allí?
- 2 minutos y 37 segundos.
- Lo que hace el amor…